martes, 1 de diciembre de 2015

LA HISTORIA DE LA FUGACIDAD


En el ahorcamiento: la cuerda al cielo; cuello, pies, empequeñeciéndose. Antitabaquista, fuma el cigarrillo para eliminarlo.
Armonioso, el picor de su ala lo rasca con su mano. Asexual, languidece. Tras el cataclismo, ellos aunque no hay terremoto lo que logran es sobrevivir. Tal su cualidad, que martilla con su cabeza para evidenciar carácter. Dañino, odia como virus.
Dual, ronca y ya no vive. Flota: Q. Hábil, la abeja alcanza a sacar su aguijón. Impostor sin técnica, su garganta desafina al declarar su amor. Como indicio, entre las olas, flota su gorro.
Cuando la inundación, nada en el agua de la gotera. Investigando descubre su corazón. Irreverente ama desempolvando el mundo. El límite está en que al girar la llave no vuelven a percibirse. Como mortaja, la enredadera no lo arropa. Opción: Les cuesta cumplir las normas. No son más que extremos.
Paralelo: Abre el armario, penetra más allá. Cual parte, el marco se introduce ubicándose en la imagen como elemento.
Simula nunca partir, viajó, viaja, viajará sin pasaje por los rieles de sus ojos. En la pesca, el pescador se traga el anzuelo del tiburón. Su realidad es que quien le arranca la oreja, sueña. La realización, lo real es el anhelo de beber el agua.
Rectilíneo, se pierde las curvas. En su relación, el cristal se corta. Como remedio, come la flor en busca de buen aliento.
Categoría de secuestro: Secuestra su conciencia. ¿El trauma?
Que la pecera libera los peces mudos, y ahoga los sonoros.
Relativo al turismo: Zumban. Causa de extinción del unicornio: No era para circos. Se cercena la garganta, sólo sale una bocanada de aire. Tal la vocación que el anzuelo desprecia el pez para seducir el agua. Analogía: Había una vez... La nada. Futuro: Habrá una vez… la vida.

Del libro Cada gota de azogue acerca el mundo de FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES

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