Allí, imperturbable la puerta
envuelta con ansiadas añoranzas
guarda el tiempo cavilando
y sintiéndose más de las veces
estar silenciosa, cerrada, dormida.
Sus maderos cansados
de su matiz optaron
por la palidez teñido
con el inexorable óxido
del indomable intervalo.
Luego de segmentos prolongados
el bullicio fugaz irrumpirá
el tedio; de pronto, súbito
se aturdirá de tonalidades, lo vacío
se abrirá de par en par, transitorio alivio.
Extrañas siluetas
cruzarán el dintel;
la remembranza ida,
adolorida retornará
para sepultarse de nuevo.
Así cada vez con otras congojas
con más años a cuestas, casi otro
las cadencias descompasándose más,
volvemos a cerrar puertas y ventanas
para no sentir frío de la intemperie.
Orlando Ordóñez Santos
No hay comentarios:
Publicar un comentario