martes, 29 de diciembre de 2015

EMPRENDIENDO EL VIAJE DE TU RECUERDO…


Hoy rescato del arcón de mis recuerdos a Desireè… una bella y espigada joven de ojos transparentes, de color jade… pura sensibilidad y delicadeza… de una mirada perturbadora.
Evocarla, retratar a esta muchacha me ha producido un profundo deleite, reflotando aquellos momentos abiertamente galantes que supo inspirarme.
Prudentemente, por todo lo que pudiera sobrevenir, tuve la precaución de escribirle una carta… con breves palabras, resumiendo la situación en la que estaba inmerso cada vez que estaba ante su presencia. Fue la primera entre muchas cartas… que luego serían poemas dedicados a mi musa… Allí le prodigaba las más tiernas caricias y halagos que un mortal puede ofrendar desde los versos de una pluma inspirada, suplicándole poéticamente que accediera a corresponderme…
Desde que se convirtió en mi alma gemela, los días estaban impregnados de una esperanzadora motivación ante la cercanía de los momentos compartidos que el destino nos tenía deparados… tanto como las ganas de vernos y de disfrutar de cada encuentro, para hacerlo único, mágico…
Entre una carta y la otra, en cada intervalo, su recuerdo no me dejaba ni de día ni de noche, obsesionantes, al extremo en que ya no sabía si era ella o mi libertad lo que más deseaba… Ella realmente era mi libertad, o para decirlo en otras palabras: estaba enamorado y con la infinita satisfacción de saberme que era plenamente correspondido.
Yo, sintiéndome causante y fomentador de ese amor, al que consideraba el centro de mi existencia. Un placer indescriptible por cuidar el más mínimo detalle para mi amada Desireé, puliendo cuidadosamente cada una de mis frases, poniendo ante ella la más bella poesía y agregando pequeñas composiciones en versos de mi invención, acompañados de una bella rosa amarilla, que era su preferida.
Uno de mis grandes placeres era contemplar su retrato para inspirarme, como una ansiedad que iba creciendo al mismo tiempo que mi sentimiento de amor. Y también logré que ella me respondiera con otras cartas de amor, con regocijo, siendo otro detalle más en la historia de nuestro idilio. ¡Cuántos planes! ¡Cuántos sueños! ¡Cuántos secretos y confidencias de las que fuimos depositarios! ¡Qué bella sensación la de sentirse seguro por un amor compartido!
Pero un día ocurrió un hecho inesperado: ella debió emprender un largo viaje… Así la desesperación y angustia de mi alma se volcaron en las más entrañables y apasionadas súplicas de amor para evitar su partida. Ella sufrió hondamente mi desvelado intento por retenerla, pero no tuvo el éxito que esperaba. La suerte estaba echada… Sin reproches, dudas ni celos(no había ningún tercero en discordia), solo el destino que se interponía en nuestro camino. Su última carta me hizo saber que ella, mi libertad y todo lo que vivimos y que supimos escribir juntos, había llegado a su fin.
Mi pluma se llamó a silencio por un tiempo… pero hoy salió a la luz para relatar esta historia.
Y quiero rescatar la proverbial imagen que viene de Desireé a mi memoria. Con una sonrisa dibujada en mi rostro, aunque una lágrima furtiva recorra el trayecto que va de mis párpados hasta depositarse en mi emocionado corazón…

Jorge Daniel Pérez -Argentina-

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