Las aves ya están partiendo
antes que llegue el invierno,
ellas lo van eligiendo,
a vivir en este infierno.
Quien en este mundo es ciego,
fácilmente es enclaustrado,
y mascará siempre el cieno
tal heno vil, sempiterno.
Ambos jerarquía y precepto
quiebran su libre albedrío:
que así fue su mal destino,
pero heredarán el cielo.
Ignora quién es, el humano,
vive en Terra su presidio
e implora con el sufragio;
¡mátame que aún estoy vivo!
Hondo agobia el sentimiento,
de la bondad no ver ni signo,
y dicen sin remordimiento,
que sólo se cumple su sino.
Vestido adusto, enuncio
de la alquimia ya su inicio,
con rayos y trueno en eco
de luna azul… iluminado.
Omar Aburto -México-
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