Sentado
en un banco en el puerto
vi el barco que te llevaba
lejos de mí aquella mañana.
Sentado
contemplé como el poeta
escribía en su libreta
un poema desesperado.
Sentado
escuché el reloj de la iglesia
anunciando que llegaba,
de nuevo, el mediodía.
Sentado
oí lamentarse al pescador
porque un pez grande
le había roto el aparejo.
Sentado
perdí la noción del tiempo
y ni me di cuenta
que las nubes ocultaron el sol.
JOSÉ LUIS RUBIO
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