Por las nubes de agosto
que huyen y huyen ciegas por los cielos;
por las lluvias de abril y los aires de mayo;
por los pozos, las fuentes y los arroyuelos,
por los ríos y los mares,
por el agua que nunca jamás beberemos;
por las noches de julio tejidas de estrellas,
por los días de enero y por las bufandas;
por aquellas tarde de marzo en que nos amamos
y aquellas mañanas claras de noviembre
que sabían a octubre y a medios días locos del loco febrero;
por lo que soñamos y nunca vivimos,
por lo que vivimos y nunca soñamos.
Tú y yo y el misterio herido de luna.
Yo y tú y los caminos heridos de sol.
Nosotros, perdidos y huyendo y huyendo
de nosotros mismos por la huellas rotas
y los ecos tristes y extraviados
de nuestros dolientes y cansados pasos.
Por tu amor y el mío, por los dioses sordos y las diosas mudas,
por este poema, por aquella rosa,
por aquel caballo y el águila aquella;
por esos dos ojos que en este momento me leen y me leen,
y saben, sin saber que saben, que cuanto sabemos
se reduce a un punto en donde residen y caben,
y no sobra nada, la totalidad de todos los puntos.
JUAN CERVERA -México-
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