Gacela triste, vendida,
pieza de adorno, de sombra,
descansas sobre una alfombra,
tan mansamente dormida.
Desististe de la huida,
ya no miró tu mirada,
pues ya tu copa, colmada,
puso su punto y aparte,
eres ya pieza de arte,
estás muerta y no enterrada.
Gacela de mal capricho,
pata de último galope,
la respiración a tope,
la creación en entredicho.
Como guardada en el nicho,
sin el respirar profundo,
por no ser ya de este mundo,
en pose inútil y vana,
porque no tendrás mañana,
sólo ese final rotundo.
Gacela tan enjaulada,
cuan feto en placenta ajena,
inútil como agua en vena,
carne seca enamorada.
De siglos ha, ya vengada,
la eternidad no es eterna,
pronto llega la caverna,
donde serás encerrada,
luego, al fin, olvidada
o expuesta en una taberna.
Julio G. del Río -Valencia-
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