UN POEMA DE VERDAD
La noche no tenía luna,
tal vez la había perdido,
en no sé bien, qué día,
entre no sé qué nubes.
Pero, alguien había cerrado,
el "interruptor" de la luna.
Una brisa muy salobre,
con rudo sabor a mar,
se entremezclaba por todo,
entre la inmensa oscuridad,
golpeando con mucha fuerza,
los pinos más cercanos...
que se quejaban heridos,
con gemidos entre sus ramas.
El mar se intuía,pero no se veía.
Las olas se escuchaban...
con sus sonidos acompasados,
golpeando una tras otra,
contra rocas, sobre la arena.
Nada podía verse, con los ojos,
mas todo era como un poema.
Sin estar escrito sobre un papel,
se sentía, se intuía, se adivinaba
Se iba creando con lentitud...
Aunque la noche fuera sin luna,
y pasara velozmente,alocada,
se veía , se sentía...siempre,
esa luna inexistente,
ese mar malhumorado
Se sentía y se veía con el alma,
como en una humilde poesía.
Escribiéndose en la noche,
sobre el aire que pasaba...
SALADAS LÁGRIMAS
¿Serán los grandes mares,
recuerdos de tristezas...
nutridos por las lágrimas?
Ese agua salada que resbala,
bajando por un afligido rostro,
cuando una inmensa pena,
nos oprime fuerte el corazón.
La retiramos con un gesto,
entre descoordinado y brusco.
A veces esa lágrima cae al mar.
Nos hacemos, entonces, la pregunta:
¿Será el mar, un cúmulo de tristezas,
ya olvidadas, que vienen y van?
y que un día fueron lágrimas,
vertidas desde un sufrimiento,
hasta la orilla de este mar...
Por eso los mares son salados
y también muy tristes...
al acercarse esa hora,
incierta, lila y bella a la vez,
que es cualquier atardecer.
Donde nos emocionamos,
sin saber bien bien por qué.
Intuyendo tal vez esa tristeza,
que vaga como bruma solitaria
y se adhiere a todo lo que halla,
cuando el sol, pausado, desaparece.
Y sentimos, esa necesidad difusa,
no definida con claridad... de llorar.
En ese preciso instante tan fugaz...
nosotros también somos mar.
MARÍA LUISA HERAS VÁZQUEZ -Barcelona-
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