Todos los días
de por entre las primeras grietas de luz
me desplego perplejo y asombrado
para trabajar con legaña y mecanismo
en los andamios de mi rutina.
No sé si construyo o deconstruyo,
ni lo que hago realmente,
pero he de poner cosas en los platos ajenos
y ahuyentar a las moscas que buscan su sustento.
Los zapatos me convencen que salga
porque no se pueden llevar en la casa,
así que me los pongo rápido
y los sigo por la puerta.
Voy esquivando adrede
los ingredientes nocivos de mi andropausia
porque si pienso demasiado
me asusta la taxidermia de mis días.
Vivo hermético pero entre semáforos,
siempre a la velocidad de un bostezo.
En el superlativo del momento
me acerco a las cosas con ligereza
porque el ingenio es una mariposa que vaguea,
aunque a veces sueño en plomo.
Para siempre ser el último y el primero a la vez
no me muevo
porque todo es circular
con una idéntica incubación de rutinas.
Así anacoreta prosigo
con mi renovación en el olvido
en esta vida de partenogénesis,
con pequeños espirales encima de mi cabeza
como si fuese todo esto un dibujo
a veces animado, a veces estático.
Dean Simpson -Boston, EE.UU-
Publicado en la revista Arena y cal 215
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