Te escondes y tu rostro me es negado:
un brillo de corazón y fuego.
No sabes que aguardo tu llegada
para acercarme al mundo,
que tu melodía suba a mis acordes
y leve como el aire
acaricies los frutos de mi árbol.
Mi piel es libre,
alumbra la nostalgia de tu boca
trotando sobre mí
al conocer la señal de tus dedos,
el ritmo de noches que vendrá
en cada primavera
y cada invierno,
en mis voracidades.
Amarte no es difícil,
tienes providencia en la piel.
Escojo la sábana marital
para extenderla en la noche:
Los espectros
son los semidioses de esta fábula.
Odalys Leyva Rosabal -Cuba-
Publicado en la revista Oriflama 26
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