Hicimos un gran fuego,
estábamos todos contentos pues éramos
todos una familia,
sentí al alma vibrar al mirar las estrellas,
me unía a mis ancestros al saltar las llamas,
como siempre hice mi lista,
quería quemar todo mi pasado,
que todo quedara en cenizas.
Lo miré,
y sentimos los dos el amor de la patria,
y por unos momentos… nuestras almas se unieron,
como antaño hicimos en otros tiempos,
me seguía queriendo, era su diosa Atenea,
yo lo admiraba, sabía que era llamado a reinar,
pero vi a su esposa… y solo al verla… sentí la piedad,
yo era poderosa, ella… la soledad de una esposa sin amar.
¡Oh dioses del mundo¡
dadme la dignidad de una guerrera,
el honor de una mujer y el alma de mi raza,
sé, que por ser honrada me disteis los infiernos,
me escupisteis, me difamasteis, quedé anulada,
más os grito… no me arrepiento de nada,
pues elegí ser una diosa, y lo soy…
dadme más martirio, no os valdrá de nada.
Y miré las llamas… el fuego me llamaba,
le volví a mirar a él… seguiría amándome, como a su dama,
más yo había cambiado …, me había convertido
en hielo, como hija de las montañas,
donde las nieves perpetuas, cubren la tierra,
con las banderas del alma.
FRAN TRO
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