Despierto con tu olor vivo,
con la sonrisa de tu mirada.
Con tus aromas de olivo,
y tus caricias en mi espalda.
Siento en ti cada latido,
que distribuye sangre amada.
Que me levanta los sentidos,
en ardiente piel tocada.
Hermoso es verse convertido,
en parte unida y encontrada.
Donde ojos desaparecidos,
nos desvelo sin alma hallada.
Ricardo Campos Urbaneja.
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