Entre la espesura verde de la selva,
se intuye una cabellera ensortijada
que florece como dedos.
Entre el tumulto de ramas
y la sombra de los gigantescos árboles,
una flor recubre la escondida belleza.
Entre las gotas de la sabia de lo real,
la belleza se impone
sobre los abrazos de la incertidumbre.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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