(Desde el diván de mi tálamo)
¿Y qué hacemos ahora
desnudos frente al espejo?
Sobre la borda, la quilla derrite
una amnistiada noche
que se pudre lentamente
en su línea de flotación
contra todos los vientos,
esta pleamar en repentina erección
le duele al aire y a mis onduladas arrugas.
Qué hacemos ahora,
si me ha arrinconado cómplice el tiempo
con sus áureas libres y su derrota,
derrota campo traviesa con actitud de hiel,
no tomé precaución ante el leve gemido
tantas veces en mis sueños de bruces.
Vi palpitar el cortejo invisible
en un mundo de cristal.
Qué hacemos ahora,
me estremeció ver mi cabeza a sus pies
la altura eran mis suplicas incesantes
sin embargo los muros tiemblan
la cabeza sobre el tajo en la puesta de sol
es mi manicomio escrito.
Qué hacemos ahora,
desde que apareció la vida y el pudor
un juzgado de solsticios y sus sierpes
me arrojaron sobre espíritus anhelosos
por un arroyuelo infiltrado entre landas
me liberó en vida, me resisto a morir.
Jugar a las tabas se torna en palomas al viento,
como si los brotes de los sauces libres de sueños
ingenuos durante años enarbolaran
con sus lupas un camino de atardeceres
donde pequeñas hojas con bellas palabras
condujeran mi osamenta
por los claustros del abismo.
Manuel Vílchez García de Garss
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