Los músicos,
probablemente continuaban tocando,
mientras el barco se hundía.
Tenían la orden,
de seguir tocando
aun con el agua al cuello
Pues había que alentar
a los pasajeros de primera clase,
a que se lanzaran con decoro
al hielo del océano glaciar.
Tocaban, tocaban y tocaban
mientras miles y miles,
con su tesoro a cuestas,
naufragaban.
LINA MARÍA GÓMEZ
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