Cuando ella murió, sentí un fuerte dolor en el pecho, síntoma de que las alas de mi corazón se habían roto. No le lloré, no sabía como hacerlo, mucho de ella quedó en mis genes; pero, la alegría de mi alma se fue con ella. Cuando otra ella murió, sentí lo mismo en el pecho, ahora porque las alas crecían de nuevo; no compartimos genes, no eramos amigas, pero algo de su alegría dejó conmigo. Ahora sonrío pese a todo, así, así como sonreía ella.
Flora Frances
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