Una intrusa avispa se metió dentro de un globo. Vuela que vuela de pared a pared, ronda que ronda con su fino zumbido. De repente se desinfla el globo. La avispa queda atrapada entre sábanas de goma, estira las patas como un gato saltando por la brasa y mueve las antenas antes de dormir. Nuevamente se infla el globo, la avispa sacude la cabeza, articula una pata, luego la otra y empieza la misma rutina. Hasta que un niño pincha el globo, la avispa se pierde en el jardín.
Javier Claure Covarrubias
Publicado en la revista Arena y cal 239
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