Para Nayn Emiliano Martínez Marín
Es sábado.
El repique de campanas
rompe el silencio.
Es hora de la oración:
rezo un Padre Nuestro
y a colación
un Ave María.
La tarde agoniza:
los últimos rayos
bordan de luz y sol
las montañas del poniente.
La noche tiene prisa.
Una luciérnaga errante,
taciturna, me acompaña.
La luna en cuarto creciente
a los lejos me mira
como preguntándome:
«¿Otra vez en vela?,
¿a quién esperas?».
¡Como si no supieras,
luna ingrata, lo que tengo!
¡Que por besar su frente
yo me muero
y por contarle un cuento,
contando estrellas
me entretengo.
Hoy, antes de dormir,
besaré tu recuerdo;
una lágrima callada
mojará mi almohada;
pediré un deseo
y, al final,
pensando en ti,
caeré agotada
en los brazos de Morfeo.
CARMEN DOMÍNGUEZ FLORES -MÉXICO-
Publicado en la revista Trinando 14
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