¡Tú sabías, entonces…!
Por si no lo hubieras conocido,
nunca habrías sido capaz de decir esas cosas.
Extraño crepúsculo de alegría, que también sabías
toda esta pesada pena.
Tu amistad vaga perdida a través de los siglos.
Calma el fuego de la fiebre.
Y cuando me quedo dormida, cómoda,
se nota como sentado junto a la cama, como un padre,
y sostiene mi mano.
Del libro PAÍS OCULTO de Karin Boye -Suecia- Traducción Hebert Abimorad
Publicado en Periódico de poesía 99
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