Los puntitos de luz
corrían por entre los muros derruidos,
una gaviota era el atardecer de agosto,
mientras yo imaginaba
que sumergías tu mirada en mi mirada.
Dejaste que la claridad se tambaleara
y ni siquiera tus dedos
tocaron mis dedos
como si nunca pasara nada.
Y era así
como un muro,
la sazón y la circunstancia.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
No hay comentarios:
Publicar un comentario