martes, 21 de febrero de 2017

ALTA TENSIÓN


Llevaba una semana lloviendo. El nivel del río había alcanzado una altura nunca vista. El agua por las calles bajaba amarilla. La población estaba asustada. Habían colocado barreras en las puertas para impedir la entrada del agua en sus viviendas. Los garajes y sótanos se habían inundado. Las autoridades buscaban soluciones pero estaban desbordadas. La tensión iba en aumento. Estaba ya en lo más alto. Si la lluvia seguía las casas cercanas al río peligraban. Se dio orden de evacuación. Algunos se negaron a abandonar sus casas porque era lo único que tenían.
Al anochecer la lluvia arreció. El río comenzó a desbordarse y a inundar las primeras viviendas. El agua alcanzó el primer piso y continuó subiendo. Los vecinos que no se marcharon estaban ya en la azotea. Ahora lamentaban no haberse marchado.
Un par de helicópteros sobrevolaron la zona. Se prepararon para evacuar a los vecinos aunque la lluvia la hacía peligrosa. Arriesgando sus vidas consiguieron sacar a los vecinos.
El agua del río arrastraba a su paso coches, contenedores, árboles. Nadie se atrevía a salir a la calle. Todos pensaban en lo que costaría las labores de limpieza.
El alcalde viendo que no cesaba la lluvia dio orden de abandonar el pueblo. Temía que las aguas cubrieran las casas y más cuando supo que la presa estaba a punto de reventar. La tensión era máxima. No había tiempo que perder. Tocaba abandonar. Todo el pueblo estaba en ALTA TENSIÓN.

JOSÉ LUIS RUBIO

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