Había un silencio limpio y expectante
de las imágenes que dejo volar
cuando cierro los ojos.
Había una narrativa exacta
que se perfilaba al hacerse oscura
sobre el lienzo de un sueño.
Contar con las manos
las formas deseadas,
las que vuelan también en lo oscuro
como palomas de un delirio.
Había que intentarlo otra vez
porque se empeña
lo que queda de vida
en alimentarse en los sentidos.
Quiero transmitir que venga a mí
lo que brota como un amanecer
dentro de los ojos,
ese extraño tuyo que compartes.
Rememorar de tu seda y tu blonda,
esa nata que lamerá sin duda
el falso afán del cielo
tras las cortinas de párpados.
Los tuyos y los míos que elaboran
la fisonomía de esas memorias
que hoy parecen tan lejanas
en el abismo de tu ausencia.
MIGUEL CAMUÑAS
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