—Mi nombre es Bellows y hace unos años tuvimos animada conversación en la que me hizo una serie de confesiones sobre la taxidermia que jamás, y juro por Dios que así ha sido, he tenido a bien revelar. Mi visita conlleva una de las decisiones más difíciles que hombre alguno haya tomado nunca, amparada en las palabras que, en aquella ocasión, asumí con espanto, pero que hoy encierran la solución de mis pesares. En el carruaje encontrará los cuerpos de mis seres más queridos, fallecidos en un incendio. Quiero que los reconstruya, para poder seguir conviviendocon ellos.
Mr. Zagrek se frotaba las manos. Ya en su taller, desnudó los cadáveres para comprobar cómo se encontraban, a la euforia inicial, siguió el desánimo. Tendría que sustituir piezas de vital importancia: un brazo, alguna pierna,… Pero él era el rey del engaño en su oficio y, pronto, la
imaginación obró el milagro Él trabajo estaba concluido.
―Lo llamaré: método Darwin. He utilizado dos ejemplares de chimpancé, uno adulto y otro pequeño. A uno le diseccioné el brazo extrayendo de él la piel que, comopaso final, afeité, pinté con un tonalizador dérmico dándole un acabado final con barniz. Desafiante resultó la tarea de asemejar la anatomía de todas aquellas extremidades simiescas a la de los humanos. Para ello acorté, pulimente, cosí y pegue los tres huesos: cubito, radio y húmero. Reemplacé los músculos por unas vesículas alambradas que yo mismo diseñe.
Respeté con exactitud la distribución de las hebras musculares que quedaron como almohadillas flexibles y modeladoras al rellenarlas con plumas de ganso. La mano de su hijo menor, la que reemplacé por la del mono más pequeño, supuso una labor increíble por la minuciosidad de detalles:
acortar falanges, crear el pulgar oponible, reducir volumen, lograr color, textura y demás detalles como los surcos de los nudillos y de las palmas, más las uñas que pinté con un pincel microfileteador de mi exclusiva creación. Estoy ansioso por que llegue Bellows para contemplar mi obra.
Sebastián Ariel Fontanarrosa (Argentina) y
Carmen Rosa Signes Urrea (España)
Publicado en la revista digital Minatura 147
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