miércoles, 11 de noviembre de 2015

UN DÍA CUALQUIERA


Un día cualquiera
-ibas de compras-
te ha venido a cortejar
la Segadora,
los hombres de las batas
te han dicho que ella te esperaba
sonriente delante de tu reja,
has vuelto lentamente
la mirada y la has visto
apoyada en el repecho
al fondo del pasillo.

Ninguna luna la acompaña.

Luna, luna, tu caballo
galopa desbocado sin jinete,
cabalga en la negrura, cabalga
a su destino,
el estrépito surca el aire al vértigo
de su paso, cabalga decidido.

Y tú no lo acompañas.

El grito te desgarra el pecho,
retumba en el cerebro el espanto del abismo
de lo ignoto, la garganta insondable
de la nada, descenderás la sima, te engullirá
un frío vientre sin luz, sin umbral.

Ninguna luna te acompaña.

Luna, luna, tu caballo
galopa desbocado, lleva un jinete,
cabalga por lo oscuro, cabalga
a su destino,
el estrépito surca el aire al vértigo
de su paso, cabalga decidido.

Y tú no lo acompañas.
Una voz tibia te dice al oído
el nombre, te acaricia la luz que todavía tienes,
te ofrece un balcón –hay tantas voces abajo-,
te susurra versos de cuna.
El balcón tiene un umbral.

Luna, luna tu caballo
galopa con el jinete, cabalga
por la noche hacia el horizonte, cabalga
con la manada, las bridas
en las manos.

Despunta el alba.

ANNA ROSSELL -Barcelona-
Publicado en Luz Cultural

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