Oye tú borracho.
Que caminas mareado
en las calles de mi barrio.
Tú barrachorro !ups¡
Que caminas
por las calles del barrio.
Ya deja el vicio
que nomás te saca
de tu quicio.
¡Ay! borracho.
Pídele a esa tu madrastra.
Que te cuide en los senderos
obscuros en los que transitas.
O que ¡ya! de tanto trago
esa tu adorada, la bien o mal llamada
Virgen,
dile que de una vez por copas
te abrace envuelto
en su manto sagrado.
O suplícale,
para que te saque del vicio
perverso con el que convives
y con bebes a diario.
Buenos estás.
Con tu fe y tu esperanza
en imágenes de féminas
misteriosas y de hombres
proscritos por los ateos.
Anda borrachacho.
Pídele al arcángel
Gabriel que te lleve en sus brazos
volando con sus alas al cielo,
al que cuentan llegan los pobres
enfermos.
Gildardo Carrión
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