ORIGINAL
Más de setenta años / I
Cada uno tendrá más de setenta años. A primera vista el hombre parece más joven que la mujer, pero es un espejismo.
Caminan como tantas mañanas por el parque. Erguidos, resueltos.
Fugazmente al hombre se le van los ojos hacia una muchacha que cruza dejando una estela como la de los aviones en el cielo. La mujer finge no percibirlo y aún sonríe. Tras unos pasos el hombre arranca una flor silvestre y se la da. La mujer con lentitud la despedaza entre los dedos. Y con lentitud deja caer los trozos. Después gira y se aleja, encorvada. A la edad de la muchacha debió ser mucho más bella.
MODULACIÓN
Más de setenta años / II
Cada uno tendrá más de setenta años. A primera vista el hombre parece más joven que la mujer, pero es un espejismo.
Caminan como tantas mañanas por el parque. Erguidos, resueltos.
Fugazmente al hombre se le van los ojos hacia una muchacha que cruza dejando una estela como la de los aviones en el cielo. La mujer finge no percibirlo y aún sonríe. Tras unos pasos el hombre arranca una flor silvestre y se la da. La mujer con lentitud la despedaza entre los dedos. Y con lentitud deja caer los trozos. Después gira y se aleja, encorvada. A la edad de la muchacha debió ser mucho más bella. Él la alcanza y, mientras le pone una mano en el hombro a ella para detenerla, le dice sonriente: “Tú y yo no podemos enojarnos ni un segundo, no nos queda suficiente vida para enojarnos.”
Del libro Cada gota de azogue acera el mundo de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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