LAS MORAS

(Cuento)

Ocurrió a fines del siglo pasado.
Se conocieron cosechando moras.
Fue cuando él, le dijo:
̶ Subiré a mover las ramas… ¡Y tú! ¿Cómo te llamas?
̶ Anahí.
̶ Bien, y tú, Anahí, por favor, extiende el lienzo bajo el árbol.
Mas cuando ella atinó a preguntarle su nombre, él movió violentamente las ramas, y una lluvia de moras negras cayó sobre su cuerpo; manchándole hasta la nariz.
Entonces, riendo a carcajadas, formuló la pregunta:
̶ Y tú, querido cretino ¿cómo te llamas?
̶ Me llamo Alfredo; pero mis amigos me dicen “Cuco”.
Le dijo con impostada voz, y como queriendo mostrarse avezado en su labor, se agarró del tronco y descendió del moral, procurando evitar pisar los frutos.
Felices, discutían y se posicionaban, sin saberlo, en el maratón del amor.
Anahí, que estaba literalmente morada, se tiró al piso, y simulando haberse doblado el tobillo; se quejaba:
̶ ¡Ay… Ay!
̶ ¿Qué te sucede? Preguntó Alfredo, con un gesto de preocupación y acercándosele.
̶ Me doblé el tobillo. Le contestó, con melosa voz.
Cuando le tomó el pie, ella le refregó un puñado de moras en el rostro; diciéndole:
̶ Ahora, adorado Alfredo, sí que eres “un verdadero cuco”.
Ambos, perdidos en la majestuosidad de la alegría, se reconocieron como imprescindibles para sí…
Cansados de tanto reír, pararon al unísono, se contemplaron seriamente con lenta atracción… Y se besaron con frenesí.
Alejados de miedos, desconectados de la realidad, se revolcaron sobre los frutos y se sumieron en las excitaciones sin retorno, de las que solo el moral podría dar testimonio.
Al poco tiempo, Anahí y Cuco se unieron en matrimonio y se dieron “el sí” bajo el árbol en que se habían conocido.
Tuvieron varios hijos, y no ha sido casual que a la primogénita, la llamaran: Mora.
Cuentan los agricultores de la zona, que durante las épocas de cosecha, hay noches en que la brisa evoca a los enamorados, y el moral en que se tuvieron Anahí y Alfredo, mueve pronunciadamente sus ramas, esperanzado en revivir aquel idílico amor.

Juan Lopresti