Porque la vida es un domingo largo, para vivir sin que duela hay que inventarse alegrías, hurtar el cuerpo a veces a otro cuerpo desnudo, firmar con seudónimo, vaciar de calaveras los armarios. Teñirse el pelo de azul, las lágrimas de verde. Abrir tres puertas, al menos, por cada una que cierras. Rezar a The Beatles. Esconderse del lobo. Escribir cartas largas que no saben adónde, ni a quién, como desgarros tibios en la carne del alma. No tirar de las trenzas a la niña que adoras. Poner los pies en alto al volver del suicidio con corbata y facturas. Ladrar si hay que ladrar, maullar a veces (en el cielo, junto a ella). Con una vela al año, sin vergüenza. Visitar la entrepierna de las viudas del tedio. Quererte bien, bailar con el espejo. Desaprender el nudo de la horca. Encalar sin rencores los tachones del alma. A veces enfadarse con la suerte y mandar al infierno a tus demonios. Poner un lacito a ese trozo de mierda. Enamorarse de todas y ninguna. Empezar lo que nunca terminaste. Darte un capricho de tiempo sin horas. Hacer esa llamada que te quema. Acordarse de olvidar al enemigo...
Carlos Bonino
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