martes, 24 de noviembre de 2015

ERES UNA CANCIÓN


Eres una canción de un solo acorde dulce, una veta de color y algo que inventas (el pulso de tu corazón como un paso de baile)... Me preguntas qué he visto y para responder dibujo un arco enorme, señalo a las estrellas y pronuncio tu nombre, y apuesto y pierdo, apuesto y pierdo, apuesto... y al final eres tú, como al principio, tan lejos y tan cerca: me guardo un huracán de besos mudos, un millón de caricias jugando al despiste (para que no lo sepas diseco mariposas, y ahogo un “te quiero” en un café caliente).

También te doy mis manos, como alivios de pan que llevarte a la boca, los nudos de mis pies (en la tierra) para que hagas con ellos el camino, sobre mis hombros descarga tu sueño, remonta la corriente atada a mi cintura, juntos hacia delante, asomados al vértice de la flecha del tiempo...

Te descubro a cada paso, en las esquinas llenas de presagios y en los ojos ambarinos de los trenes de noche, en los abrazos que me prestan al desgaire mujeres sin remedio como niñas pequeñas, en los besos que me roban en silencio, sin ajustes de cuentas, sin ladrar nada a cambio, apenas un concierto de migajas (porque saben que estás, que no te has ido).

Hay luz porque tú existes, y no concedes tregua, ni al amor, ni a la vida, ni a la muerte. En mi garganta acecha un monstruo de esperanza (mientras remonto libros y barrancos), y en tus ojos juega un niño que lleva mi nombre...

Carlos Bonino

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