Aguijón de tuna, pasión muy terca,
con saliva de sangre adulta goteando lenta
pintó de frío rojo esta piel mía…
Tú, Señor mío, lo descendiste
como arroyuelo que va rodando arena de sal
y se diluye de əsяaətɩov tanto.
Alegría más pura de mi hueso adulto
cual chispa de fuego quemada toda, saltó a lumbre invernal.
Llovió en su médula que arrasó lo inalcanzable cuando dormía allá.
Del libro EL DESCENSO DE LAS SIETE SOLEDADES de
George Reyes -México-
Publicado en Suplemento de Realidades y Ficciones 65
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