Bajo la luna violácea del invierno, soñaban, sin saberlo, el uno con el otro. Se disfrutaban silenciosamente hasta el amanecer, liberando a la distancia, sus ardientes apetitos privados. Se encontraron casualmente una tarde cualquiera y, olvidando las razones que los separaban, pudieron confesarse aquellos sueños mutuos, con libertad y sin timidez. Desde entonces, se encuentran todas las noches, para amarse apasionadamente, a la hora convenida, cada uno desde su cama.
MARTÍN GARDELLA -Argentina-
Publicado en la revista Ficciones Argentinas
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