Todo comenzó, atlas
y naturaleza
en el umbral azul,
en el aposento dormía
a fatuos de verde
el helecho,
preso en la premura
que peinaba la ilusión del aire.
Ahí tomaba perspectiva
y a mano sentida,
el verso.
Inmóvil el sendero,
flores sin destino,
el día era
un laurel más anquilosado
a mi vera,
todo lo que olvidaba
me parecía un sueño sin vida.
! Ah ciencia cierta
no se sí la lluvia
nodriza o bruma
tomaba su porvenir
a tos y fiebre!
Lo gris, lo difuso,
el invierno detenido
en el aire espeso.
Afuera octubre empeoraba,
un cima más
se alzaba
cosmopolita de la razón.
Octubre gateando
en su propio génesis
aún sin noviembre.
Heráldica como
el recado
el poeta aludía una voz más,
que boga vegetal,
el verso,
colgando sobre
alambres entre
guardias moradas,
la misma Costa Rica
y el helecho aún verde
y perenne.
Belén Aguilar Salas -Costa Rica-
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