A Jesús en el madero
cada mañana rezaba
y por la noche a la Virgen
del Carmen del escapulario
por mis padres y por mí
al acostarme rogaba.
Un rosario y letanía
una vez al mes rezaba
en la capilla del cole
solo atento a la plegaria
que dicha en muy mal latín
no acababa de entender.
Conocí su vida, toda
amor, leyéndola en voz
alta cada día al menos
media hora, y creí en Jesús,
el amigo de los pobres,
de los niños, que enseñó
el amor al enemigo
y a perdonar las ofensas.
Sigo después de los años
creyendo en el Nazareno
pero no en quienes se dicen
representarlo en la tierra.
No es la iglesia de lo pobres
es sí la de los hipócritas.
Muchas misas, poco amor.
Palabras grandilocuentes
que se olvidan del mensaje
que el Nazareno enseñó.
JOSÉ LUIS RUBIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario