Dedicado a Ana Clara y Carolina
Un tornado de agua y viento de características inusuales se había desatado sobre gran parte de la ciudad, cargándose (a su paso) árboles, columnas, construcciones precarias y en extensas áreas urbanas, el tendido de cables.
Los barrios bajos se inundarían rápidamente y el movimiento de tierra viscosa proveniente de la ladera circundante arrasaría impiadosamente cuánto obstáculo se interpusiese a su furia ciega.
Automóviles y vidas humanas como de costumbre quedarían atrapados bajo los escombros o absorbidos por las grandes corrientes de agua y barro.
Relámpagos y rayos estruendosos exultaban la potencia indiferente de la naturaleza consumida en un fuego primitivo y sigilosamente bestial.
” Ni tan cerca que queme al santo ni tal lejos que no lo ilumine” musitaba la abuela que de estas cosas sabía bastante. Con una ramita de olivo bendecido, previamente encendido, recorría la casa con fe en la Providencia.
En estos casos, frecuentemente uno de los problemas de más ardua resolución es la reparación del tendido de la red eléctrica. La tarea de sutura por su minuciosidad supone al personal especializado muchas horas de extenuante brega.
La población afectada debe soportar durante horas o días prolongados cortes de energía y el fastidio del restablecimiento del vital fluido, al cual sucede un nuevo e imprevisible corte y así en alternancia hasta que todo vuelva a la normalidad aunque para ese entonces la paciencia ya se ha transformado en bronca contra el Gobierno y su ineptitud(¿).
La familia de la casa resistía estoicamente desde hacía dos días la molestia. Lo único que se podía hacer era leer a la luz natural, conversar o dedicarse a las tareas rutinarias.
Las niñas extrañaban la “tele” y el ocio las inducía a importunar.
- Mamá déjanos salir un rato a la calle.
- De ningún modo; todavía están trabajando las cuadrillas y es riesgoso que anden por ahí solas. Más les valdría buscar algo en qué entretenerse en tanto dure este “martirio”.
- Es muy aburrido mami…
- Este es el periódico de hoy. Vamos a ver: leedme alguna noticia.
A todo esto se acerca contoneándose a pasos cortitos la mascota de la casa, una simpática cotorra de plumaje verde y azul.
Las niñas depositan el periódico sobre la alfombra del piso y lo abren. El ave comienza a caminar entre medio de las lectoras pavoneándose con estulta confianza.
- Vete de acá René, vete…
El animalito levanta corto vuelo, da un chillido ronco y se posa sobre el respaldo de una silla.
- Oye mamá, ¿qué es este asunto de la ruleta rusa…?
- Có… ¿Cómo?... ¿La ruleta rusa has dicho? Vaya impertinencia. Esas son cosas que no le incumben a los niños.
- Pero mamá nos has encomendado leer y leemos. Mira lo que dice acá.
La madre observa lo que le señala un pequeño dedo apoyado sobre el diario. “En circunstancias que un grupo de menores en estado de drogadicción maniobraba con un revólver jugando a la “ruleta rusa” uno de ellos perdió la vida al hacer impacto en su cabeza un proyectil de grueso calibre (…)”
- No es un tema que a ustedes interese. No me importunéis…cambiad de página.
- Mamá eso no es justo. Siempre nos has dicho que la enseñanza escolar se complementa con la que se brinda en casa. Si nos ocultas las cosas temo que no habremos de creerte nada en el futuro.
- Bien…ejem… La atribulada señora tragó saliva. Tras un inicial titubeo optó por informar a sus hijas respecto a los detalles más sórdidos del susodicho juego.
- ¿Quieres decir que hay gente que juega con su vida de esa forma?
- Así es, pero vaya…dejémonos de tonterías. Ahora deberéis hacer como que nunca habéis escuchado nada tan horroroso y macabro. ¿De acuerdo?
- Si mami…
El fluido eléctrico volvió en horas de la noche por breve lapso. Cuando la familia de disponía ir a dormir volvió a cesar.
Alumbradas por una precaria vela las niñas alborotaban en su cuarto. Cuchicheaban incesantemente:
“Debes estar loca”…”dale, dale vamos”…”ni se te ocurra” “tonta, miedosa…lo haré yo sola”. “Bueno está bien te acompaño… pero es un locura”.” ¿Hecho el trato?: Hecho.”
Los padres dormían plácidamente cuando un ruido apagado de trastos, proveniente de la cocina hizo que la madre interrumpiese su sueño. Bajó de la cama, abrió la puerta del dormitorio con precaución acercándose sigilosamente al lugar. Asomó la cabeza y al trémulo trasluz de una vela encendida pudo observar como una de sus hijas, subida a una silla, mantenía a la cotorrita fuertemente sujeta bajo las afiladas aspas del extractor de aire.
- Pero se puede saber que estáis haciendo con ese pobre animal.
- Mami… inventamos un juego de ruleta rusa que está buenísimo. Cada una de nosotras mantendrá a René, así dispuesta su cabecita, con el extractor en “encendido” durante cinco minutos… Hemos apostado nuestras respectivas chanchitas.
Lo intentaremos diez veces cada una…
LUIS ALBERTO GONTADE ORSINI
DE FACEBOOK - 6741 - ACTUALIZACIÓN
Hace 17 horas
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