Siendo yo sitiador, más que sitiado,
¿cómo podré rendirme a tu castillo?
¿Y cómo, sin ballesta, sin cuchillo,
podrá forzar tu entrega este soldado?
La guerra torna el campo desolado,
planchando su amplitud como un rodillo;
mas yo, que vengo en paz, me maravillo
de las contradicciones de mi estado.
Se rinde a ti este equívoco estratega
incapaz de lograr tu propia entrega,
aspirando a forjar una alianza.
Sal de tu fortaleza; no hay trofeos,
ni servidumbres, justas o torneos,
sólo un pacto de mutua confianza.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
No hay comentarios:
Publicar un comentario