Son las seis del insomnio.
Afuera cantan las angustias.
El reloj desnata mis tristezas
en su vientre vegetal.
Las nubes semejan
un enorme y revuelto cóctel
de sangre y sal.
Sonríe una sombra
en el cielo.
Salgo de mi cuerpo
para ir hasta ti:
Mi cadáver, tibio aún,
espera mi regreso,
ya vestido
de ataúd.
Víctor Díaz Goris -República Dominicana-
martes, 5 de noviembre de 2013
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