martes, 5 de noviembre de 2013

CENSURA

Cuando aún vivíamos
en la otra casa,
una vivienda en alquiler
de principios de siglo,
veinte quiero decir,
una noche de invierno
en que hacía tanto frío
que ni los perros
paraban por la calle,
mientras le recitaba
a mi pareja poemas
de Marta Tikkanen,
de su libro
La historia de amor del siglo,
comprendí con toda claridad,
a medida que iba leyendo,
que por desgracia
y mal que me pese,
y aunque me joda reconocerlo,
guardaba un parecido asombroso
con el marido de la poeta finlandesa:
borracho, mentiroso,
sarcástico, injusto …
Comencé entonces,
en primer lugar,
a comerme palabras,
adjetivos calificativos
principalmente, y luego
a saltarme versos,
estrofas y poemas enteros,
y después, por último,
como quien no quiere la cosa
con disimulo cerré el libro,
lo dejé sobre la mesita
y cambié de tema.
Sobre las frías baldosas,
a los pies de nuestra cama,
sin deshacer, la maleta

DAVID GONZÁLEZ  (Gijón-España)
Publicado en la revista Gaceta Virtual 76

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