Si uno pudiera llorar, y todo se limpiara, piensa él. Pero el fango tapona los conductos. El fango, esa mezcla de tristeza, melancolía, desconcierto, desesperación. Él no sabe qué hacer con la depresión de ella. Y se siente a ratos culpable a ratos devaluado a ratos deshecho a ratos desasido a ratos inútil a ratos loco a ratos abandonado. Si uno pudiera llorar, y todo se limpiara, vuelve a pensar, y algo presiona el dique, algo agrieta el fango.
Un fango que resiste con el poder que tienen los heraldos de la muerte, sus muros, sus laberintos.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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