jueves, 17 de agosto de 2017

GRAN FINAL


Apenas descansamos un par de horas. Nuestra preparación era escasa porque apenas habíamos entrenado. Nadie pensaba que llegaríamos a la final. Pero hicimos un gran partido y ganamos con claridad. Nuestras fuerzas, sin embargo, estaban al límite. No había tiempo suficiente para recuperar. Jugaríamos pero ganar lo veíamos difícil sobre todo cuando supimos quien era nuestro rival: un equipo bien entrenado, buen dominador del balón. Pocas posibilidades teníamos de superarlos. Solo un golpe de suerte haría que fuéramos los vencedores. Y el golpe se dio cuando en un saque de esquina el balón bien cabeceado entró en la portería del rival. Sorprendidos ellos, sorprendidos nosotros. No esperábamos que el partido se nos pusiera tan favorable. Ahora tocaba resistir los embates del rival. Tarea nada fácil dada nuestra mermada condición física. Pero el tiempo fue pasando y aguantábamos. Se sucedían los calambres. Dar una carrera para algunos era un doloroso esfuerzo. Pero el tiempo seguía pasando y resistíamos. Sus seguidores los animaban porque sabían que si nos marcaban ganarían. Más calambres. Las fuerzas se agotaban y aún quedaban los últimos minutos. Temíamos que al final doblegaran nuestra resistencia. Un último esfuerzo. Pitido final. Habíamos ganado. Tirados en el césped nos quedamos unos minutos para recuperar el aliento. Estábamos totalmente agotados pero éramos unos inesperados campeones. Habíamos resistido. La suerte estuvo con el más débil.

JOSÉ LUIS RUBIO 

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