jueves, 10 de agosto de 2017

AURORA


Escuché entonces
el sonido de un águila que venía
de un sitio,
no era el braceo incansable
ni la mirada aguda,
era un llanto de reclamo
que me colocaba en lo alto,
a un lado del estruendo
donde aquellas aves vuelan y hablan
ajenas a nuestra comprensión.

Escuché entonces
una melodía incolora
de algunos olvidados
y de muchos redimidos,

escuché entonces
que no había más sonido
en las habitaciones de casa,
sería acaso que amanecía y que la lluvia
se apoderaba del estruendo ajeno,
siempre lejano y siempre presente
del gigante que marcha con pasos de ondas
que se ocupará de entrar por ti,
en ti.

Te escucho entonces
y abandono la búsqueda
que resulta innecesaria al comprender
que la derrota era anticipada
al ser victoria de uno solo.

Te escucho
y lo que abrigo con estas hojas de maíz
es la semilla de lo que me brota:
soy surtidor
soy pescador
me acomodan en la butaca
justo detrás del redimido.

Caigo del cielo en forma de trueno
y lo que se observa desde la distancia
es un día claro que comienza a languidecer,
convirtiéndome en rojo,
siempre en rojo, y que en un canto
desde lo más alto, se deja rebasar.

IVÁN VERGARA -México-
Publicado en Luz Cultural

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