El gobernante consciente de su insignificancia
No incurre en la exageración de conquistar el mundo
y tallarlo a su modo.
Tiene por malo el día en que le dijeron: "He aquí un arma".
Tiene por nefasto apoderarse de algo con agresividad.
Su actitud no pone en peligro nuestras vidas
y evita su propia destrucción.
¿Qué alegría hay en una victoria de acciones a ultranza?
El que siente gusto en matar hombres
no realiza su ideal en esta tierra.
Más bien, enraizado en este mundo, el gobernante desecha
acciones que contrarían la corriente de la vida,
dejándola actuar.
Y, humilde, sin la maquinaria de hacer méritos propios,
las cosas, las gentes, los pueblos le buscan como amigos,
no como algo que se obtiene.
Quien se eleve caerá.
Pero si el gobernante practica esa humildad de saber
que es pequeño ante uno más grande
y grande ante uno más pequeño
y casi nada en la totalidad de las cosas de la unidad original,
esa bajeza le sostendrá en lo alto.
El conquistador no busca ser tallado en piedra para la eternidad.
Prefiere ser desgranado como guijarro.
Tendrá un gozo perfecto
en el no gozo de los méritos del mundo.
El conquistador entra a su ciudad,
no mira trono en ningún lado. El pueblo se gobierna solo.
FANOR TELLEZ -Nicaragua-
Publicado en Gaceta Virtual 121
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