Hubo un tiempo en que las madrugadas
agitaban las cortinas
En las largas noches de verano.
Tú acariciabas mi cabello,
que caía firme como una cortina de terciopelo,
Y te entretenías hasta el amanecer
o hasta que desvelado
comenzabas a besarme.
En aquel tiempo me bañaba
en fuentes de mansas aguas,
claras y cristalinas,
Ricas de azules.
Era tu náyade de pelo rojo,
Un endiablado crucigrama al borde de la piscina,
Una margarita deshojada en un jarrón sin agua,
Un díscolo torbellino galopando sobre tu alargada figura.
Era.
Era tu náyade de pelo rojo.
Ahora, olvidada pamela en el atardecer del malecón.
Herida paloma,
Goma de mascar de tu rumiante corazón.
Ahora.
Ahora, tengo ganas de lágrimas,
Pero sobre todo de besos.
Del libro Gato negro de
CRISTINA RUBERTE PARÍS -España-
Publicado en Editorial Alebrijes
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