Retazos del cielo nocturno
revolotean la mirada.
Arremango los silencios
a la altura de los párpados.
El ángel de mi guarda
orina escondido detrás
de la revolución y su rabia.
¿Puedo quedarme sola
con el desamparo en las llagas?
Siempre lo supe:
hay soledades que se gestan
en el vientre,
otras, en el alero desvencijado
del alma.
Esas no tienden la cama
ni se lavan los dientes,
aúllan a la hora
del viento subversivo
para que el alba
y su instinto las arrulle
espantando malos sueños.
Temblor de cola de barrilete
por debajo de los labios.
Desparpajo de lágrimas
preguntando al viento.
¿Tiro el corazón a la hoguera encendida
o ya no tiene prórroga esta historia?
A esta hora de la tarde
emerge altivo
mi poema absoluto.
SANDRA GUDIÑO -Argentina-
Publicado en Gaceta Virtual 119
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