domingo, 19 de febrero de 2017

MUTUALISMO ENTRE LAS COSAS Y SUS DUEÑOS


“Si uno es dueño de las cosas y entiende bien una cosa, uno tiene el mismo tiempo, visión y comprensión de muchas cosas”. Vincent Van Gogh.

Las cosas se integran a sus dueños. Los clonan. Se apropian de sus crepúsculos, de sus olores. Se dejan contagiar por sus dolencias. Apenas el uno contacta al otro, se reconocen y entrelazan. Hacen patente aquel postulado de que “dados dos puntos se puede trazar una recta que los una”. Por ello, terminan hospedándose entre sí. La ropa y los zapatos calcan a sus dueños, al igual que los libros y los bolígrafos. Cuando lees un libro ajeno, allí está el retrato de su señor. Cuando escribes con un bolígrafo prestado, nunca funciona al primer trazo. Te toca descubrir la inclinación que con respecto a la tierra, ha fijado su propietario.
Las alforjas de mi abuelo calcaron su imagen y se hicieron tenedoras de él. En ellas estaban sus siete días a la semana, en medio del campo. Los rastros de su comida. Las distancias entre los pueblos. La casa tirada por la ventana. Su contabilidad, sus amores y adioses. De modo que ellas en este poema, lo fotocopian hasta los huesos.
Es posible que yo no sea más que una apariencia para mis allegados. Pero sí sé, que mi bastón y mis lápices me pintan, con trazos bien definidos, sin trucos y sin disimulos. Él, es la precisa horma de mi mano. Ellos, las manos de mi horma.

Jaime Arturo Martínez

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