(A Angélica, mi esposa)
Ahí estabas en mi camino
justo te encontré en esos ojos,
todo comenzó a cambiar y ya
nada sería igual en esta vida.
Tu mirada fue así de cómplice
no pude ocultar los sentimientos
y me diste esas manos llenas
de juventud con toda su esencia.
¿Acaso querías encontrar el amor?
Y el amor encontró una gran luz
pasaste a ser agua del manantial
la brújula y timón de este destino.
Sos la única mujer a la que amo
y quiero estés siempre a mi lado.
Al elegir mi alma en tus entrañas,
elegí tu corazón dentro del mío.
Miguel D. Gomez -Argentina-
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