viernes, 3 de febrero de 2017
LA BIBLIOTECA DE LOS GATOS
El edificio se encontraba a las afueras de Yumglin, principal ciudad de Timberstirm y desde ahí ya se
podía notar la clase de lugar que era.
La más grande biblioteca del continente que albergaba cientos de volúmenes, enciclopedias, manuales, papiros, novelas, etc. Un rico caudal de conocimiento, pero desde su construcción hasta su abandono los gatos jamás dejaron de custodiar las ultimas salas donde se guardaban los libros ocultos, prohibidos, místicos, aquellos que solamente los magos saben su contenido. La Orden
Taurius (perteneciente a Timberstirm) no estaba de acuerdo con que estos volúmenes se guardaran en este edificio, especialmente por los gatos pues ellos eran los guardianes del conocimiento prohibido y gracias a ellos la biblioteca tenía que ser abandonada por completo pues así como custodiaban estas salas también podía protegerla hasta la muerte y todo aquel que se acercará a ellas era dado por muerto. Así lo dictaba el folclor de estas criaturas y los magos y hechiceras lo sabían, así como
también guardaban una estrecha relación con los mirdion, guardianes del inframundo. La primera muerte comenzó a suceder en cuanto el primer curioso se acercó demasiado.
Deseaba leer “El libro de la Eternidad”, la biblia de la extinta y prohibida Orden Orm que escribió su
fundador Urghus, pero el destino de aquel hombre se convirtió en uno muy diferente. Nadie supo cómo sucedió exactamente pero los testigos cercanos a estas salas mencionaron unos aterradores gritos. Los Caballeros de la Guardia Interna acudieron de inmediato al interior del edificio tras ser notificados por un hombre que salió de la biblioteca bastante asustado. Ambos hombres acudieron al lugar y solo pudieron ver lo poco que quedaba de aquel hombre cerca del volumen prohibido.
Repentinamente cientos de gatos salieron de sus escondites y mostraron sus afilados colmillos
mientras un brillo espectral surgía de sus ojos. Desde ese día el edificio fue inmediatamente abandonado a su suerte, así lo dictamino la Orden Taurius o de lo contrario los gatos seguirían armando su festín infernal.
Hugo Casarrubias (México)
Publicado en la revista digital Minatura 154
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