Todo el temblor de mis manos y de mi corazón se debía
a que el amor ha de ser cobijo,
no un vuelo
un lugar de fuga
Ay amor, ay amor,
tu rostro azul no aparece.
Un frescor apaciguante en la llamarada de una herida,
no el incendio de una llama sobre el frío que albergamos.
Ay amor, ay amor,
tu encendido rostro no aparece.
Una fosca y tenue veladura en las presencias imaginarias
y un rincón de libertad en la fugacidad de la presencia,
una sombra
sobre la calma azul
y el verde de una hoja leve
en el árbol de Judea.
Ay amor, ay amor,
tu color mas nuestro
no aparece.
Ahmad Shamlou
Publicado en Periódico de poesía 96
No hay comentarios:
Publicar un comentario