Que el cielo nos regaló, para
sembrarlo en la tierra y
regalarlo, como nos lo dio,
Dios, puro y limpio, sin
contaminación.
Cuando amor bebes, sientes
recorrer tu pecho, una gran
alegría, que te mueve, como
un motor, de fe y de vida.
Es la savia del Señor, que
a todos, nos cuida, aunque
a veces nos salgamos, del
rebaño de la vida, si esto
sucede.
Prestos volvamos, corramos
hacia El Pastor. ¿Dónde
mejor...? Si a Dios tengo,
nada me falta, estoy entre,
los elegidos.
En los verdes prados, llenos
de amor, no me digas no los
ves, mira tu corazón, si en
él, buscas encuentras AMOR.
AGUSTÍN RECIO BORREGUERO
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