Has encontrado mi alma,
protegida, privada, oculta.
Le has dado alas, le has
mostrado viajar a mundos
de sueños. De ilusión.
Me has hecho sentir, vibrar
en tus letras. Me has mostrado
que lo efímero, aunque dure
un segundo, es eterno.
Mi terrenal ser ha visto
la gloria sin dar un paso.
Al cerrar mis ojos, el viento
fresco me ofrece tus labios;
tu entrega. La entrega de una
alma a otra. El calor del sol
es tu abrazo. Almas sin futuro,
ni presente; pero quizá
de un pasado antiguo.
Que han viajado hasta encontrarse.
Hasta reconocerse. En la
sinceridad absoluta.
La quietud en las horas
donde pretención o mentira
no tienen cabida.
Tus letras, tu voz sin sonido
ha penetrado mi silencio;
previamente inerte. Ahora,
¡habla, grita, llora! Ha despertado.
La has despertado. En ensueños
quimeras te reconozco.
Mi realidad te llora...
María del Rocío Hernández
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