Te consagré mi amor, te di mis versos,
te llené de caricias y de besos,
iluminé tus sombras, y el pecado
de tu hermoso cuerpo lo hice mío.
Caí en el abismo de tu amor
buscando la esperanza y el consuelo,
y allí mi ansioso corazón
encontró ternuras y bondades
y un eterno diluvio de amor enloquecido.
¡Yo te he visto mujer!
hambrienta de pasión y de placer
llorar por mis palabras.
Te he visto despierta ante el deseo
escondiendo tu lujuria.
Te he visto sedienta de mis besos
morder tus carnes, y ocultar tus ansias.
Mas hoy no tengo, ni tu voz, ni tu fragancia,
y ya no alcanzo
ese paso triunfal que ahora te viste;
porque he visto dormirse entre tus labios
el grito enronquecido que no lanzas
cuando lo pide tu corazón amante.
Ysidro Parra -Venezuela-
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